viernes, 25 de mayo de 2007

LOS ESTEREOTIPOS DE GENERO EN LAS PUBLICACIONES PERIODISTICAS...



Al emprender la construcción de una historia completa de nuestro país, se encontró que existe una modalidad de investigación histórica que recibe el nombre de “historia desde abajo” en la cual se convierten en materias centrales del relato histórico las vivencias de los grupos llamados “subalternos o marginados” durante cada momento de la historia.
Sin ir más lejos, en Colombia, a pesar de existir cientos de investigaciones de carácter histórico, solo existen muy pocas investigaciones con enfoque de genero, las cuales además suelen tener poca difusión en los espacios académicos tradicionales, tales como las aulas escolares, los medios de comunicación y difusión oral. Tan es así, que terminando la educación secundaria no es nada común haber recibido información entorno a la existencia de aquellas modalidades históricas, escritas con perspectivas distintas a la tradicional, incluyendo una exclusión absoluta en nuestra formación de la historia de las mujeres, de los niños, los jóvenes y las minorías étnicas.
Tanto así, que se puede identificar que en los colegios colombianos los hombres como mujeres, han sido privados de la verdadera historia de Colombia, una historia completa y total que relate las vicisitudes vividas por todos aquellos colombianos que han participado hasta ahora en la construcción de una patria, más allá de los próceres y de los grandes hombres de Estado.
De esta manera, quiero presentar los estereotipos de género vistos en las publicaciones periodísticas correspondientes al período político colombiano, conocido como la época del predominio liberal que tuvo lugar en el país entre los años 1845 y 1885, y el papel que la mujer jugo en este período. Entendiendo por estereotipo de género, el conjunto de creencias socialmente vigentes sobre las características de los hombres y las mujeres.
Analizando el papel de la mujer colombiana durante este periodo mencionado, en referencia a sus derechos individuales, su libertad de expresión e igualdad política. Lo anterior, debido a que el ideario político de ese entonces se concedía únicamente a ser dirigido por una sociedad machista.

En 1836 las tendencias ideológicas van adquiriendo mayor fisonomía hasta deslindarse, cuando la revolución de 1848 comenzó a dejar marcada influencia. A partir de esa época, dos movimientos se convirtieron en protagonistas de la vida del país. Lograron poner en marcha programas de desarrollo en distintas áreas pero por divergencias administrativas y ambiciones políticas, se han enfrentado en diferentes ocasiones, generando guerras civiles, las cuales acarrearon graves perjuicios para la nación.
“La ruina y el despojo, la orfandad y la viudez son realidades que van a enfrentar las mujeres en el periodo de la independencia y de ellas emerge la necesidad de asumir nuevos roles; la obligación impuesta por la ausencia temporal o definitiva del marido, templo su carácter al verse abocadas a la dirección moral y al sostenimiento de las familias. Esta situación coyuntural se prolongo mas aya de las guerras de independencia por las subsiguientes guerras civiles, que también abrieron nuevos espacios en los cuales las mujeres actuaron como mensajeras e informadoras proveedoras de vestuario, alimentación, material bélico y hasta en calidad de combatientes.”
[1]
En cuanto al desarrollo económico, Los ingresos obtenidos por las mujeres en las ciudades y las pequeñas poblaciones provenían sobre todo del trabajo artesanal. Dentro de la categoría de artesanas quedaban incluidas quienes desempeñaran actividades independientes como tejedoras, moledoras, costureras, aplanchadotas y lavanderas. El censo de 1870 señala como principal ocupación femenina que bien sabemos, no reportaba remuneración efectiva, a la cual seguía el escasamente recompensado oficio de sirvientas.” [2]
En relación a los ideales del Período de Predominio Liberal, posteriormente se consolidó el llamado Periodo de la Regeneración, en el cuál se instauró un orden social basado en la ideología religiosa, la exclusión de los compromisos políticos liberales y la persecución de todo lo que pudiera ser visto como protesta social, promoviéndose desde todo punto de vista el control social de las clases subalternas.
La mujer no tuvo participación en los círculos de poder de la Colombia del siglo XIX, y en vista de que la política hace parte de dichos campos, se puede deducir fácilmente que la participación de la mujer en el contexto político fue nula en relación a los manejos públicos de poder propios de la política. En si, la mujer no jugo ningún papel importante en la sociedad.

Una de las consecuencias más lamentables de los roles estereotipados de género es la facilitación de situaciones de VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, que nace de un sistema de relaciones de género anclado en la organización social y la cultura, que a lo largo de la historia a postulado que los hombres son superiores a las mujeres, tienen diferentes cualidades y han de ejercer distintos roles. Estos roles estereotipados asignaban la dominación, el poder, el control a los hombres, la sumisión, la dependencia y la aceptación indiscutible de la autoridad masculina. En este contexto se toleraba socialmente que los hombres utilizasen la violencia en el interior de la familia para afianzar la autoridad.
La EDUCACIÓN Y LA SOCIALIZACIÓN DE HOMBRES Y MUJERES tenía como objetivo desarrollar las cualidades y potencialidades necesarias para mantener el orden establecido entre los géneros. La educación de las mujeres iba dividida a hacer del amor el centro de sus vidas. Encontrar el “príncipe azul” que satisfaría sus necesidades y llenaría su existencia. Fundar una familia, ser esposas y, después, madres. Por tanto, su educación se centraba en aprender como amar.

Aunque la vida y la identidad de las mujeres ha cambiado mucho en los últimos años, la mayoría de las mujeres han visto, vivido, y crecido en este modelo, y se sigue transmitiendo a través de los medios de comunicación, el cine, la televisión, los comics, periódicos, cuentos y novelas.
También continúa presente en muchas familias e instituciones sociales, educativas, laborales, etc. Mientras los adalides de la conceptualización sobre los mecanismos que conformaban relaciones asimétricas entre los géneros, fueron mujeres vinculadas al mundo académico, a los movimientos sociales, a las agencias de cooperación y a las entidades especificas del gobierno, los hombres continuaron ocupando masivamente los espacios de toma de decisiones en la esfera de la política y de las corporaciones y se mantuvieron apartados de este debate.
De este modo, la reflexión sobre las relaciones sociales entre hombres y mujeres quedo prácticamente suscrita a un submundo habitado por mujeres.
La interiorización del ideal femenino tradicional contribuye a que las mujeres se mantengan durante tiempo en una relación de maltrato. A veces, también han crecido en familias violentas han sufrido ellas mismas maltrato físico, emocional, sexual o han presenciado el maltrato a sus madres. Han aprendido que “quien bien te quiere te hará llorar”, el caos es normal, las relaciones afectivas son dolorosas y turbulentas, las personas somos victimas o abusadoras.
En general, se considera que los cambios socioeconómicos producidos en las sociedades postindustriales en los últimos 50 años han generado cambios evidentes en la vida de las mujeres.
Donde existen disposiciones legales en la mayoría de estas sociedades que regularizan la no discriminación de la mujer en el ámbito laboral y educativo. El rol tradicional de la mujer ama de casa, se superpone en nuevos roles femeninos, que generan conflictos psicosociales, pues se enfrentan al orden tradicional, que asignaba tareas diferentes y diferentemente valoradas a uno y otro sexo.

Es importante recordar que hacia 1970, se comienza a utilizar el término género para denotar la dimensión cultural que se construye a partir de la diferencia biológica –resumida entonces en la idea de sexo. La socióloga británica Ann Oakley (1972) fue la primera que empleo tal acepción, anotando que “en el uso moderno, género, se refiere a las múltiples diferenciaciones de los cuerpos que ocurren en el espacio social y están delineados sobre el plan biológico de base.
Muchos fueron los aportes de la categoría de género para el análisis del complejo mundo de lo social. En primer lugar, la inclusión de una visión que incorporaba a los hombres en el análisis sobre la situación de las mujeres. Así, como sostuvo Joan Scott (1985): “...quienes se preocuparon de que los estudios académicos en torno a las mujeres se centrasen en forma separada y demasiado limitada en las mujeres, utilizaron el termino “genero” para introducir una noción racional en nuestro vocabulario analítico”.
El anclaje del concepto de género en la dimensión cultural, permitió superar cierta visión determinista para reconocer la variabilidad de las nociones acerca de lo masculino y femenino en distintos contextos culturales y socioeconómicos, así como su dinamismo a lo largo de la historia. Vale decir que esta perspectiva puso en evidencia, que siendo el género el producto de una construcción cultural, eran también objeto de transformaciones.

En cuanto a la redefinición de los diferentes contextos en que se desarrolló el período de predominio liberal, desde un enfoque de género, encontré, que todos los cambios que hicieron de éste período una revolución social, fueron concretados en los diferentes ámbitos reservados exclusivamente a individuos que se encontrasen en una situación de poder económico y político; debido a que en el momento de la implantación de los ideales liberales de la mujer, se encontraban estigmatizados por la cultura católica tradicional, que le anulaba en el ámbito político y le dificultaba adquirir el poder por la vía económica; la mujer no tuvo ningún tipo de participación activa en las reformas que tuvieron lugar en el periodo de predominio liberal.
En la identificación de los estereotipos femeninos o de género, puedo decir que los mas recurrentes en las publicaciones periodísticas del periodo histórico, fueron: la docilidad, la entrega total a la familia, la postergación de los propios ideales, virtud centrada en las labores domesticas o propias del hogar, la piedad y religiosidad, la modestia y la obediencia a los varones.
A pesar que el ideal de “igualdad” fue uno de los estandartes de la revolución liberal y del subsiguiente periodo de predominio liberal, dicha igualdad no incluyo realmente a la mujer; esto se puede concluir en vista de que la mujer durante este periodo no tuvo mayor participación, por no decir nula, en los ámbitos de poder político y tampoco tuvo mayores posibilidades de acceder al poder económico para participar activamente.
Los estereotipos de género relativos a lo femenino que fueron exaltados a lo largo de las publicaciones, se encontraron influidos por las ideas tradicionales y católicas, más que por el ideario liberal, en franco contraste con los valores ideales asignados a los varones en los escritos encontrados, los cuales se encontraban claramente en concordancia con los ideales liberales de libertad, derecho a la propiedad individual, apoyo a la laboriosidad dentro de profesiones liberales u oficios afines con la industria naciente.
En vista de que la ideología liberal fue construida por hombres en referencia a sus propios deseos y necesidades de las consecuencias que trajo la implantación del ideario liberal, no afecto la imagen tradicional de la mujer, debido a que la revolución fue llevada a su ultimo termino en un ámbito netamente masculino y por ende publico apartado del ámbito domestico propio de lo femenino dentro de las visiones tradicionales que en lo referente a lo femenino se mantuvieron constantes.

[1] MARTÍNEZ, Aída. “Presencia femenina en la historia de Colombia”. Bogotá: 1997. Academia Colombiana de historia. P.93
[2] PANAMERICANA. “Una breve historia de Colombia”.Bogotá:2002.Panamericana editores. P. 40

LINA MARIA PINZON VALENCIA


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